En 1812, el General Manuel Belgrano, quien al poco tiempo de ser designado como jefe del Ejército del Norte, advirtió que no podría oponer resistencia seria a los realistas en Jujuy, ya que contaba con una tropa desmoralizada y escasa, con pocas armas, municiones y pólvora.
Ante la inminente invasión realista a las provincias del norte, Belgrano tomó una drástica y heroica decisión: retirar a toda la población jujeña junto con el ganado, metales y artículos mercantiles, es decir, todo lo que pudiera ser utilizado por el enemigo. Fue así como el 23 de agosto de 1812, inició el “Éxodo Jujeño” rumbo a Tucumán.
La orden de retirarse y dejar la tierra arrasada fue cumplida por la mayoría del pueblo. Entonces, hombres, mujeres, niños y ancianos marcharon 250 kilómetros delante del ejército hacia el sur durante cinco días. En esa retirada se percibía una triste incertidumbre que quedó impregnada en las coplas de la época: “adiós, Jujuicito, adiós, / te dejo y me voy llorando;/ la despedida es muy triste, /la vuelta ¡quién sabe cuándo!”.
Por otra parte, la retaguardia patriótica fue cubierta por unos doscientos voluntarios jujeños al mando de Eustoquio Diaz Vélez. Las tropas realistas al mando de Pio Tristán, que contaba con más efectivos y con más experiencia, no pudieron superar la valiente resistencia que esos héroes presentaron. Esto fue sustancial para que el éxodo pudiera continuar.
La descripción de Belgrano de Jose María Paz en su obra «Memorias»
José María Paz, en “Memorias”, describió el temple de Belgrano durante el éxodo: “El mérito del General Belgrano, durante toda la retirada, es eminente. Por más críticas que fuesen nuestras circunstancias, jamás se dejó sobrecoger de ese terror que suele dominar las almas vulgares, y por grande que fuese su responsabilidad la arrostró con una constancia heroica. En las situaciones más peligrosas se manifestó digno del pueblo que ocupaba, alentando a los débiles e imponiendo a los que suponía pusilánimes, aunque usando a veces de una causticidad ofensiva. Jamás desesperó de la salud de la patria, mirando con la más marcada aversión a los que opinaban tristemente. (…)
En los contrastes que sufrieron nuestras armas bajo las órdenes del general Belgrano, fue siempre de los últimos que se retiró del campo de batalla dando ejemplo y haciendo menos graves nuestras pérdidas. En las retiradas que fueron la consecuencia de esos contrastes, desplegó siempre una energía y un espíritu de orden admirable; de modo que, pesar de nuestros reserves, no se relajó la disciplina ni se cometieron desórdenes”
Implicancias del Éxodo Jujeño.
En definitiva, el “Éxodo Jujeño” fue una verdadera gesta patriótica para la historia argentina y significó un hecho clave en la lucha por la emancipación ya que gracias a este estratégico y hábil movimiento militar se logró la importante victoria en Tucumán, el 24 de septiembre de 1812.
Profesor Darío Andrés Núñez, autor especializado de Museos de Corrientes, historiador e integrante de la Asociación Belgraniana de Goya.