Por el Prof. Javier Ponzoni.

Cada 20 de noviembre, desde el año 2010, en Argentina se conmemora el Día de la Soberanía Nacional.

La instauración del festejo tiene antecedentes un poco más lejanos, habiendo sido instaurado por primera vez en el año 1974, por funcionarios de la misma orientación política.

La propuesta fue creada por el historiador revisionista José María Rosa y vista con buenos ojos por la presidencia de María Estela Martínez de Perón. Nada sorprendente, la defensa de la soberanía fue piedra angular en los discursos del peronismo, pero no solo estaba en juego dicho concepto, sino también redimir la figura de Juan Manuel de Rosas, controvertido gobernador de Buenos Aires con «Facultades Extraordinarias» y «Encargado de las Relaciones Exteriores».

No es casual que -en distintas épocas- gobiernos autoritarios busquen realzar e imitar la figura de J. M. de Rosas, es objetivo de todo líder autoritario poder gobernar sin controles, manejar la justicia, controlar la prensa y eliminar a la oposición; lo hacía Rosas con la Mazorca y la derecha peronista con la Triple A (en los ´70).

Volviendo a los sustentos teóricos del feriado, conviene definir que soberanía es un concepto eminentemente político.

Georg Jellinek definió a la soberanía como «la negación de toda subordinación o limitación del Estado por cualquier poder», afirmando que el «poder soberano de un Estado es, por tanto, aquél que no reconoce ningún otro poder superior a sí».

Partiendo de dicho concepto, debe entenderse que solo existe soberanía cuando hay Estado, es decir: territorio, instituciones, leyes, población que le otorgue legitimidad y un aparato represivo capaz de monopolizar la violencia (en términos de Weber).

Solo los Estados adquieren el «status» de soberanos, algo que nacionalmente no existía en tiempos de Rosas, porque el Estado Nacional de la República Argentina recién hubo de esbozarse con la aprobación de la Constitución en 1853 y consolidarse en 1862, año en que Bartolomé Mitre fue reconocido presidente por todas las provincias.

Desde 1820 hasta la fecha mencionada, no existió en nuestro territorio un poder soberano nacional, sino que, cada provincia se encargaba de su soberanía, resolviendo sus asuntos en función de sus constituciones, acuerdos y pactos interprovinciales.

Es común -en esos años- ver que las provincias tengan sus propios ejércitos, banderas, monedas, cartas de ciudadanía y regímenes aduaneros; esto último cuando no se veían bloqueadas por otras provincias.

En resumen, el feriado parte de un error conceptual, ya que no se puede hablar de soberanía nacional en la primera mitad del siglo XIX.

¿Por qué un 20 de noviembre?

Lo acontecido el 20 de noviembre de 1845, fue un combate naval entre la flota porteña (que se autoproclamaba nacional) y la anglo-francesa, logrando esta última forzar el bloqueo de cadenas y cañones impuesto por Rosas en el acceso al río Paraná, en la Vuelta de Obligado (San Pedro, B. Aires).

El gobernador porteño no defendía la soberanía nacional, al contrario, defendía la soberanía de su provincia, impidiendo acceder al comercio internacional a las provincias litorales e incluso al país vecino de Paraguay.

El gobernador porteño, en su ambición de recaudar mayores recursos para su provincia, instauró una ley de aduanas (ley provincial que aplicaba por la fuerza a todas las demás) donde se pretendía posicionar de escala obligatoria al puerto/aduana de la ciudad de Buenos Aires, monopolizando así las exportaciones y prohibiendo a todo buque extranjero la libre navegación de los ríos Uruguay y Paraná.

Los porteños eran conscientes de su posición ventajosa en la puerta de los grandes ríos argentinos y los beneficios de poseer sus llaves; cabe aclarar que la ausencia de instituciones nacionales o «coparticipación federal», hacía que cada provincia se mantuviera con los recursos que recaudaba por sí misma. Así fue que provincias como Corrientes, Santa Fe o Entre Ríos en vistas de ese perjuicio, comenzaron a exigir la organización del país y la libre navegación de los ríos. Resolviéndose este asunto -años más tarde- en la batalla de Caseros.

¿Por qué celebramos esta fecha en Corrientes?

Falta de conciencia histórica o colonización mental por parte de los constructores de grandes relatos nacionales, podrían ser las principales respuestas. Hay que recordar que el triunfo anglo-francés fue un alivio comercial para los productores y las alicaídas arcas de Corrientes, que seguirían financiando su luchando contra la tiranía porteña. Ese año de 1845 ya se había reclutado al 4to. Ejercito Correntino.

Los correntinos y toda persona que se considere defensora del federalismo, de elegir conmemorar esta batalla, debe hacerlo para recordar una derrota a los enemigos de la organización nacional, que veían en la postergación institucional una forma de enriquecerse. Ese fue Rosas y sus aliados, defensores de sus bolsillos y la soberanía porteña.

Esta conmemoración nos invita a repensar los usos de la historia, la construcción presente de conmemoraciones con finalidades ideológicas y la necesidad de un renacer científico de la disciplina, donde se acepten las subjetividades de las ciencias sociales, pero se rechacen aquellos marcos interpretativos alejados del contexto histórico y/o las fuentes documentales.

Pintura Combate de la Vuelta de Obligado
Pintura: «Combate de la Vuelta de Obligado», autor desconocido, Museo de la Casa Rosada.