Por el Profesor Juan Ovidio Rojas

Este escrito busca rendir homenaje al incansable trabajo de una alfarera cuya historia, por diversas circunstancias, fue omitida por el tiempo. A través de estas líneas, se busca rescatar la memoria de Doña María Magdalena Fernández.

Nacida el 22 de julio de 1900 en Itatí, Corrientes, Argentina, como hija de Severa Fernández, Doña María Magdalena falleció el 3 de febrero de 1986 a la edad de 85 años, siendo sepultada en su amado pueblo de Itatí.

Hace algunos años, durante cursos de investigación en Itatí, Corrientes, con el propósito de estudiar y revisar las técnicas utilizadas por nuestros ancestros guaraníes en la elaboración de cerámicas, tuve el privilegio de descubrir la historia de esta destacada alfarera. En conversaciones con mi colega Jorge López, surgió el relato sobre su abuela, Doña María Magdalena Fernández de López.

Doña María Magdalena: a la derecha Don Inocencio López y María Concepción Fernández

Es lamentable que desde 1934 en adelante, ningún historiador ni arqueólogo haya profundizado en la tradición alfarera de Itatí. Según la revisión que realicé, la cerámica en Itatí se consideraba extinta con el fallecimiento de Doña Francisca Solana de Cuyuá en 1934, sin explorar si la tradición continuó.

Contradiciendo esta creencia, la investigación revela que la tradición alfarera persistió en la familia Fernández López.

Los inicios Doña María Magdalena en el oficio de la cerámica

Según Don Inocencio López, hijo de Doña María Magdalena, ella aprendió el oficio de una alfarera de origen guaraní. La arcilla era extraída de la zona cercana al actual muelle de Itatí, secada al sol, y posteriormente procesada en su hogar ubicado en Obispo Niella casi Coronel Vallejos.

Doña María Magdalena y su familia realizaban un minucioso proceso, desde la extracción del barro hasta la elaboración de cántaros de diversas medidas. Estos eran muy demandados por peregrinos que visitaban el pueblo, llegando incluso hasta su casa para adquirirlos. Sus hijos, como Julio Fernández, se encargaban de la quema en el horno, mientras que María Concepción Fernández e Ignacio López se dedicaban a la venta de las tinajas en la zona de la iglesia.

Las grandes tinajas de hasta un metro de altura eran especialmente populares, destinadas a los arroceros durante la época de los Ercolani. Doña María Magdalena no solo era una hábil alfarera, sino también una emprendedora que contribuyó al sustento de su familia.

En conclusión, en las viviendas de Itatí, seguramente subsisten cántaros de Doña María como reliquias de tiempos pasados. Su legado como eximia alfarera merece ser reconocido y recordado en la rica historia de la cerámica guaraní de Itatí, Corrientes.